lunes, 23 de noviembre de 2015

PIDIENDO QUE ALGUIEN LES COMPRENDA...



Cuando hace años, la gran psicóloga Marly Kuenerz, a lo largo de un curso maravilloso que aún late en mi "El Juego de la atención", me dijo:  "Almudena entierra a tus abuelas"… mi mente consciente no entendió nada, pero mi inconsciente a buen seguro lo entendió todo, ya que se inició un proceso en mi imposible de controlar.

Cuando Enric Corbera indagó en mi Arbol a lo largo de un Taller de Transgeneracional en Zaragoza y me volvió a señalar a mis abuelas… toda resistencia y miedo saltó por los aires.

Yo soy doble de mis dos abuelas, no las conocí, murieron las dos a la misma edad, 33 años. Las eché de menos desde que tengo uso de razón, no me atrevía a decirlo. Mis abuelos habían vuelto a casarse y mis padres se sentían bien en la vida que habían vivido cada uno por su lado.

Ser doble, me habla de AFINIDAD con ellas,  me compromete a la reparación de sus errores de percepción. Ellas me eligieron, yo las bendigo. Mirarlas me ha dado inmensa paz, también emoción. He llorado frente a sus tumbas, he hablado con ellas en largos ratos de silencio personal, he preguntado, viajado y recorrido registros. Tengo partidas de nacimiento y defunción, sé algunas cosas que nadie me había contado.

Desde entonces, estoy haciendo el duelo de ellas. Un duelo que siento nunca se hizo, como dice Kubler Ross por negación o por necesidad de esquivar la fatalidad de sus muertes. "Hacer un duelo es BUSCAR, COMPRENDER y TRASCENDER" (Enric Corbera Sastre).

Buscar es recorrer sus vidas, es tirar del hilo, es no desesperarte, es no tirar la toalla ante el primer "no se", es sentarte en sus lugares, pisar sus calles, su pueblo, es acariciar sus fotos, ampliarlas y descubrir sus manos, su rostro, la forma de su boca. Buscar... es respirarlas, permitir que te cuenten, abrirte a ellas sin miedo. Buscar es dejar que lloren a través tuyo, fusionarte con ellas, sentir su temperatura, su miedo, dejarte Ser por ellas, dejarte guiar… dejarte respirar. Ellas solo te están pidiendo que las comprendas, que las quieras, que las respetes…

Comprender, se hace desde dentro, con el corazón, es una pulsión del Alma, es no tener miedo a la locura, es poner amor donde no lo había, poner perdón donde había culpa, poner silencio donde había ruido. Se fueron y se sintieron culpables, dejando hijos tan pequeños… tan pequeños…!!!

Y vinieron sus nietas, y todo está bien abuelas, aquí seguimos cuidando de nuestros niños que son los vuestros, no hay culpas, os amamos, os comprendemos, os recordamos y respetamos vuestra decisión.

Ahora toca Trascender, seguir el camino, ser más felices que ellas para honrarlas y bendecirlas.

Respiro… y soy respirada…

Almu Fuentes





martes, 17 de noviembre de 2015

LA MANO Y LA MARIONETA



Había una vez una marioneta hecha de telas, lanas e hilo, con largas trenzas y un vestido rojo, que un día soñó que tenía vida independientemente de la mano que la movía. Salió a actuar frente a un grupo de niños e inventó una historia. Poco a poco se iba quedando sin ideas, sin argumentos, se enfadaba, se reía, lloraba, iba de un lado a otro del guiñol, se cambiaba de traje, de peinado, tomaba en sus manos unas flores, las soltaba, cogía una espada y la soltaba y tras horas y horas de enredos cayó rendida sobre el borde de su pequeño escenario.

Los niños la miraban preocupados, no entendían la historia ni tampoco el argumento, pero estaban embelesados en el ir y venir de la ajetreada marioneta. Cuando se cansaron de mirarla y ver que ya no hacía nada, que parecía estar muerta, comenzaron a aplaudir, a llamarla, a intentar despertarla y como un milagro, la marioneta empezó a incorporarse, una mano, otra mano y por último su cabeza se erguía de nuevo, miraba a los niños de frente, les sonreía, ellos volvieron a aplaudir… la marioneta volvía a  recobrar vida, parecía recordar la historia que venía a contarles, la función continuaba, había despertado de su sueño y una mano sostenía a la marioneta.

A veces olvidamos que somos la mano y la marioneta que la mueve, y cuando eso nos ocurre, nos enredamos, nos angustiamos y sentimos miedo. Entonces es el momento de recordar que también eres la mano que llevas el guión, la que sabe de que va la historia, también eres la mano y el Ser que al acabar el cuento se levantará y recibirá los aplausos amorosos representados en las Almas de los niños.

Feliz martes otoñal

Almu Fuentes


lunes, 16 de noviembre de 2015

LO QUE YO PUEDO HACER POR PARIS



Miro ésta foto, real, de los hijos que me eligieron como madre y les veo caminar… Me resulta muy simbólica. Mi hijo mayor, sistémicamente camina el primero, ligero con mirada al frente, seguro, con un solo pie puesto en el puente, relajado. Mi hija detrás de él, siguiendo su paso, los dos pies en el puente, los brazos abiertos para ayudarse en el equilibrio… La tercera divertida, pero aún de mi mano, con ese toque de seguridad que da ir de la mano de mama, la cabeza girada, seguramente cantando, confiada, feliz. La pequeña en la cadera de mama, después de haber correteado por el centro del puente, aún no lo suficientemente ágil para estrechar su propio camino… Y me veo a mi, como una pastora amorosa andando por el centro, eligiendo el paisaje, eligiendo la senda…

Mi hijo mayor me decía anoche, mama he estado triste el fin de semana, no tengo miedo, pero estoy triste… Si hijo te entiendo, yo también lo estoy y hoy más que nunca, después de las cosas que ocurren en este mundo en el que estamos viviendo esta experiencia, nos tenemos que volcar hacia el AMOR.

Todo lo que ocurre fuera es un reflejo de lo que nos ocurre dentro. Por eso, hoy, más que nunca, podemos convertir esa tristeza en AMOR. Si yo comienzo por mi, si me amo a mi misma, si me alimento de amor, si no creo guerras a mi alrededor, si no me juzgo, si no me atormento, si no soy rígida conmigo misma, si me doy espacio, si me doy caricias, si me doy agradecimiento y me nutro de pensamientos positivos. Si en mi café pongo amor, si al hacer la cama pongo amor, si al preparar el desayuno pongo amor, si al mirar por la ventana pongo amor, si al mirar las hojas del otoño pongo amor... si al bajar al coche y saludar a mis hermanos pongo amor, si al conducir pongo amor, si al mirar a cada ser con el me encuentro pongo amor, si vuelvo a mirar esta foto con amor… estaré poniendo amor en mi y es mi grano de arena en esta tristeza que se cambia por amor.

Lo que ocurre fuera es el reflejo de nuestra falta de amor, de las guerras personales, pero no de religiones, no de hombres o mujeres, no del sistema contra el ser humano, no de los padres contra los hijos, NOOOO, es el reflejo de la falta de amor hacia uno mismo, de nuestro ego, de nuestra arrogancia, nuestra soberbia, nuestro duelo personal contra nuestro yo profundo.

Paris soy yo, yo soy la víctima, yo soy el verdugo, yo soy quien teme… y mientras escribo me brotan las lágrimas, no por Paris, sino por mi… Y por eso voy a poner amor en cada pequeña cosa que haga, por Paris, por el mundo.

Almu Fuentes