lunes, 26 de mayo de 2014

Confiar en cada ola


Confiar y esperar…

Confiar en que lo que está ocurriendo es justo aquello que tiene que ocurrir, aunque a veces no lo comprendamos, aunque nos haga sentir dolor, confiar…

La vida te sorprende con momentos inesperados que cambian las cosas, que provocan giros que no teníamos previstos, que ni tan siquiera habíamos imaginado… momentos mágicos, casi milagrosos que de pronto te hacen sentir que estás en el camino, que el poder de tu destino es mayor que cualquier pensamiento, que cualquier decisión personal.

Ayer viví uno de ellos y cuando me sucede… algo grande y profundo se abre en mi.

No tengo que hacer nada en especial, solo aquello que la vida me traiga, cada encuentro, cada momento no es por casualidad, ni tan siquiera sabemos al lugar al que nos lleva y hay que seguir confiando, confiar en el viaje que no es otro que la vida, confiar en que todo lo vivido ha merecido la pena y nos ha llevado al lugar en el que estamos hoy.

Pero eso no significa sentarse, ni esconderse, ni ignorar,  no significa no moverse, significa estar atenta, preparada, salir al paso de cada cosa que nos sucede, porque hasta la más mínima ola puede ofrecernos un apasionante viaje.

Almu Fuentes

lunes, 19 de mayo de 2014

No espero nada y agradezco todo...

Flexible y frágil



Cuando tomas consciencia de tu fragilidad, te das cuenta de tu flexibilidad. Siento que no hay lo uno sin lo otro. En los últimos días me observo y pongo atención en mis movimientos.

¿Podría yo ser un junco fino y alto a merced del sol, la lluvia y el viento, sin a la misma vez ser absolutamente flexible para adaptarme a cada momento?

Y si soy un junco flexible y a merced del viento, ¿puedo no sentirme frágil? ¿vulnerable?

Puedo exigirle al sol que brille cuando lo necesito? a las nubes que dejen caer agua sobre mi cuando estoy sedienta? o que me cubran por entero cuando me acaloro? Puedo pedirle al viandante que mire bien por donde va para que no me pise en su andar despreocupado? Puedo rogar que no me arranquen de mis raíces para colocarme junto a otros juncos en forma de ramo en el quicio de una ventana? Puedo?

A menudo mi mente cree que puede pedir todo lo anterior, a veces creemos que tenemos poder sobre prácticamente todo, de esa forma imaginamos tomar el control de nuestras vidas y nos entra el miedo. La vida se abre ante nuestros ojos cada mañana, amanece aunque desees que no lo haga, oscurece aunque pongas todo el empeño en que el sol no se oculte. Las estrellas brillan o no sin poder controlarlas, el viento sopla o no sin poder manejarlo. Respiramos si o si mientras estamos aquí y ante éstos hechos, yo miro sorprendida y a veces con los brazos en jarra cada amanecer, haciéndome la misma pregunta: quién soy? que poder real tengo? hacia donde voy?

En momentos de silencio, contemplación y meditación, aparecen sutilmente algunas respuestas y entonces… quiero quedarme ahí, quedarme en mi respirar consciente, en el fluir interior, en la paz de la mente que nada exige y todo agradece. En los acordes de un piano o del sonido de la naturaleza, en el vacío de no tener que hacer nada, de no esperar nada, de no desear nada…

Cuando salgo del silencio vuelve mi mente y valora, juzga y espera, se lamenta por lo no alcanzado y sobre todo por lo perdido y es ahí, cuando ha de volver la imagen del junco, ligero, fresco y auténtico.

Y porque nada espero y todo agradezco, honro esta mañana de lunes a mi junco interior mientras le miro con admiración, respeto e inmenso amor.

Almu Fuentes

lunes, 12 de mayo de 2014

Aprender a reconocer al Faraón


Kayzen, El Escorial… 10.30 de la mañana. Un grupo de personas hacemos silencio dentro de una gran sala de meditación. Respiro y siento que mi corazón late muy deprisa. Cierro los ojos y me sorprenden las lágrimas… desde mi parte racional no entiendo, me pregunto el por qué, no hay respuesta, desde lo profundo siento una emoción que no puedo contener. Respiro, respiro, respiro…

Consuelo Martín, doctora en Filosofía, especialista en Metafísica Advaita, profesora colaboradora de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal… y de pronto, abro los ojos llorosos y observo a una mujer mayor, delgada, de pequeña estatura, con aspecto frágil, gafas y paso firme. Se sienta y nos mira, sonríe, comienza a hablar. Como compañera una vela y una botella de agua.

Debo de ser muy impresionable y seguro (siempre me lo han dicho) que exagerada, pero lo que sentí ante la mirada de aquel Ser no puedo describirlo con palabras, no fui la única, siento que el sentir y la paz de la que se llenó aquella sala, no es algo frecuente, al menos para mi.

El mensaje que nos traía no era nuevo, pero tal vez yo estaba más preparada en ésta ocasión, porque mi percepción de mi misma de alguna manera, ha saltado por los aires. Nos habló de la Gran Mente y de la mente pensante, la pongo en minúsculas porque estoy bastante molesta con ésta última, molesta por decir algo.

La mente pensante, el ego, el yo, o como queramos llamarlo, a mi hoy me da igual, es como un faraón al que creemos a pies juntillas. Maneja nuestra vida a través de los pensamientos y las creencias, juzga, culpa, venga, siente pasión, nos provoca dolor, critica, nos hace dudar permanentemente… es fuerte porque le hemos dado TODA la importancia. Un cuerpo y una mente pensante, así es como yo me he movido durante 50 años y prometo que trabajo un montón, todo lo que creo que puedo. Pero claro, trabajaba mal, estaba llevando piedras hacia el lado que me decía mi Faraón para hacer una simbólica nueva pirámide. Una pirámide que me prometía protección, seguridad, éxito y ausencia de carencias.

Confieso que soy un ser humano muy simple, muy sencillo y no alcanzo algunas teorías, ahora sé que es por eso, porque me siento limitada por mi mente pensante y por lo que creo que soy.

Consuelo nos dijo que ella también tiene mente pensante, pero no la cree. Ya está. Con eso me quedo, ella no la cree, no se cree lo que le dice, medita, silencia y sobre todo Contempla la naturaleza. No cree cada pensamiento que le llega del faraón, cada peligro del que le avisa, cada carencia que le anuncia, no la cree. Qué fácil suena y yo… yo la he creído. He creído a mi faraón durante tantos años, tantos que no pude parar de llorar sintiendo una profunda compasión por mi misma.

Por qué Consuelo?, le preguntó un compañero y mi mirada se clavó en su mirada… porque como dice Nisargadatta, así es El Universo. Y a mi me valió, fui consciente de mi grado de "estar dormida" y de mi gran deseo de despertar.

Empezaré por ahí, por darme cuenta de que me mi mente pensante me distrae, me ocupa con cosas que me enredan, que me asustan, que me encogen, que me hacen sufrir. Me habla de separación y no acepta más que aquello que consigue pasar su filtro de la razón. Busca explicaciones y lógica, pero no es real. Está jugando a un juego que yo no deseo jugar, no me importa quién lo empezó, si simbólicamente Adán o fue Eva, me da igual. Y ahora que hago??

De momento dejarme sentir, dedicar un tiempo a la contemplación, a escuchar mi intuición que me lleva al Plan Divino y poner mucha atención por si la mente pensante viene disfrazada con ropajes ya conocidos. Pararme y sentir, respirar y sentir. Mi primer trabajo será aprender a reconocerla, si consigo hacerlo, podré esquivarla y tal vez poco a poco comience a no creerla… aprender a reconocer al Faraón, ese al que le entrego mis miedos y me los devuelve multiplicados por tres, ese que me cuenta que soy culpable y luego juega conmigo y me habla de inocencia y de que no permita que me culpen, ese que me habla de amor y no me lo concede, ese que me dice que soy pequeña cuando le interesa, que no valgo nada, para luego reñirme y avergonzarse de mi. Ese que me dice que no hago lo suficiente, que me maneja a impulsos sin coherencia, que me dice una cosa y luego otra.

Adios Faraón, hoy comienzo mi camino de vuelta a casa, pensé que estaba en el camino… pero me he dado cuenta de que no. Seré poco a poco como los lirios del campo que no se preocupan del sol y del agua, sé que no será fácil (el faraón ya me lo está diciendo… que no podré cumplirlo, que no tengo voluntad), pero con pasos muy cortos, en silencio, con confianza en mi Gran Mente, contemplando… abrazando a aquellos que amo en representación de todos los que somos, los que estamos unidos, al menos voy a alejarme de su poder.

La vida es un juego, pero no el del faraón, sino el de los milagros permanentes, el de los encuentros sincrónicos, el del azar como ley aún no descubierta. El de los mensajes que te llegan como señales, el de los abrazos profundos, el de las No palabras, el de mirarse a los ojos, el de creer en los COMODINES que nos llegan de pronto y nos sorprenden, la vida es un juego en el que no debemos saber en la casilla en la que estaremos mañana, en el que ponernos blanditos, flexibles, como los juncos… La vida es un juego de naturaleza, de colores, de paz, de incógnitas, de luz.

Gracias Consuelo, gracias sabia gran mujer de paz interior. Gracias por mirarme y dejar que me viera a través de tus ojos.

Almu Fuentes


lunes, 5 de mayo de 2014

Elegir tus colores


Comienza un nuevo lunes y nos abrimos a una nueva semana con distintos colores. Yo hoy he elegido éstos, el rojo que representa el Amor que soy, que me sirva de base para ver a través del corazón y no de la mente, el rojo de la sangre que mantiene vivos nuestros cuerpos, de los labios a través de los cuales expresamos mínimamente, del fuego que nos mantiene danzando con la vida, de la pasión que nos invita a mirar con ojos nuevos, con ojos de niños, de principiante, con asombro y abiertas a todas las posibilidades. Elijo en segundo lugar el verde que me conecta con la naturaleza, con los árboles que veo desde mi ventana, con la hierba del colegio de mi infancia, con los bosques en donde se oye tan bien el sonido de la tierra, con las palmeras de San Fernando que me hablan de libertad. Me quedo con el amarillo del sol. Ese sol que me recarga las pilas, que me ayuda a volar desde mi terraza, que me obliga a cerrar los ojos, que me da un toque de color en la piel y calienta mi alma. Y me quedo con el rosa del color de las peonias que me regalaron ayer mis hijos, que me fascinan y que he visto nada más sentarme en mi mesa de trabajo, unas bolas rosas apretadas, compactas, que se irán abriendo suavemente a lo largo de los días… como la vida misma.

Feliz semana de mayo!

Almu Fuentes