jueves, 31 de octubre de 2013

Cornillos en un día de Halloween


Hoy celebramos Halloween o Jalowei como decía la madre de una amiga... qué más da! El caso es que hoy tenemos la oportunidad de vestir nuestra casa con algo diferente y eso a mi, me llena de ganas, me llena de magia. Me fascinan los colores naranja y negro, los símbolos de esta fiesta exportada pero que anima a cambiar, a reír, a disfrutar... Vencer las resistencias y no oponerme a celebrar algo que no es "nuestro", atravesar las creencias y envolvernos con el colorido del otoño en forma de calabazas, murciélagos y ratones.
Me asombra la creatividad del ser humano que sale desde su profunda libertad, desde la esencia, desde las alas extendidas que se atreven a crear, a imaginar, a soñar...
Desdramatizar el miedo, las sombras, las fobias, reírnos y bailar en torno al "truco o trato". Comprar caramelos y esperar a que algún niño llame a la puerta vestido con una capa o un tridente, tal vez con unos CORNILLOS (palabra genial inventada por mi maravillosa hija), ver la sonrisa, la emoción, la expectación en esa mirada que se asoma a este día curioso, mágico, diferente.
Feliz día de Halloween, de hojas de colores de infinitas tonalidades, feliz día de risas y pelucas, de talco en el pelo, de cicatrices sanadas, de bolsas de dolor calmadas... feliz día naranja y negro y gris y verde y granate...

Almu Fuentes

miércoles, 30 de octubre de 2013

Ser amable me aporta felicidad



Cuando presto atención en la carrera del día a día, me doy cuenta de lo importante que es ser suave y amable. La suavidad supera a la dureza, el agua se filtra por las rocas sin que éstas puedan hacer nada para detenerla. Como madre de cuatro hijos, me pierdo muy a menudo en el miedo, en las expectativas, en mis proyecciones... solamente parando unos momentos, conectando con mi respiración, aquietando mi mente, me llega el rayo con la respuesta. Una respuesta que me habla de amabilidad, de suavidad, de ternura, de cariño, en definitiva de Amor.

Me llegaron hace unos días las primeras notas de mi hija pequeña, un 4,9 en matemáticas con resultado de Insuficiente... su cara lo decía todo, se sentía mal, había suspendido. Acogí ese papel entre las manos y lo miré, mi primera reacción fué Culpar. A quién podía echarle la culpa de ese resultado? a mi hija que tal vez no había sabido resolver los problemas con soltura? al colegio por su supuesta crueldad con una niña de 8 años? al sistema por no ser compasivo y regalar una décima para convertir el suspenso en aprobado? o finalmente a MI?... a mí era lo mejor. A mi porque en definitiva soy yo y solo yo la responsable de haber escogido un colegio, de llevar cada mañana a mi hija a ese centro, de meterla en un sistema de locos, a mi... a mi... a mi... a mi, que tal vez no le dedico el tiempo suficiente? a mi que no me siento con ella como hacen otros padres para repasar una y otra vez... y la culpa me invadió como una ola gigante y me vi llena de miedo y de tristeza.

Qué puedo hacer por mi? qué puedo hacer por mi hija? qué puedo hacer por el sistema? AMABILIDAD.

Pasar el filtro de la amabilidad, de la suavidad, tratarme con amor y respeto, con cariño y comprensión. Eso significa renunciar a culpar, a buscar responsables. Permitirme que salga mi enfado sereno sabio e integrado es ser amable conmigo. Permitirme llorar o sentir miedo es ser amable conmigo. Permitir que mi hija no se agobie o se angustie es ser amable con ella. La vida es un juego, no me cansaré de repetírmelo, de recordármelo. Ser amable, suave, cariñosa con lo que siento yo es poder proyectar esa misma amabilidad, suavidad y cariño en los demás. Me rindo a la búsqueda de culpables, me rindo a juzgarme o a juzgar y me entrego por completo, desde mi esencia a la suavidad del Amor que me rodea, comprometiéndome a filtrar cada cosa que ocurra por el filtro de la amabilidad.

Almu Fuentes

jueves, 10 de octubre de 2013

A una niña



Me siento a escribir en ésta mañana tan bonita en madrid y traigo ésta imagen porque la llevo dentro, en el fondo del corazón. Desde mi parte humana, me pregunto por qué? para qué?...
Hoy quiero hablar de la niña oriental, venida de tan lejos a unos padres que han decidido supuestamente cortar para siempre el hilo rojo que les unía.

Entonces me conecto desde mi esencia con tantos y tantos padres adoptivos que aman y cuidan a sus hijos lejanos, a sus hijos del corazón. Se que la muerte de cualquier ser humano es para nosotros incomprensible, no hace falta ser padre ni madre para sentir un dolor profundo en el corazón cuando se lastima a un niño, tampoco es necesario que sea adoptivo o biológico porque para mi es lo mismo... pero qué digo lo mismo, si soy sincera, yo me siento aún más responsable de un ser que llegó al mundo y sufrió el abandono cuando su piel aún olía a bebe. Y siento el dolor de unos padres que no pudieron tenerla y eligieron ponerla en el camino de la adopción, en la confianza de un futuro mejor.

Los padres adoptivos formamos un sistema, el de haber elegido amar incondicionalmente a un pequeño ser que no nació de nuestras entrañas, nos sentimos inmensamente afortunados. Nos cruzamos en la vida con un propósito similar, nos sonreímos en la distancia de las frías salas de las distintas comunidades. Compartimos como familias la alegría y los nervios, nos conectamos si así lo deseamos más allá de las fronteras y del idioma.

Me cuesta comprender cómo unos padres del corazón, que pasaron por los mismos trámites que hemos pasado todos los que tenemos la suerte de haber elegido adoptar un hijo, puedan tener una pérdida de corazón tan grande como todo indica que puede haber pasado. No imagino en todas esas almas amorosas que han vivido reuniones y exámenes, controles de sus casas, de su vida, de sus familias... que han sentido el nacimiento de sus hijos a través de unas fotografías , el vacío y la impotencia que a veces sentimos por el tiempo transcurrido, no nos imagino haciéndoles daño.

Y desde mi parte espiritual, acepto que aquella niña de 12 años tenía ese destino... aunque tenga que respirar muchas veces para soltar el dolor y la rabia. Desde mi parte espiritual, siento que los padres que hacen daño a su hijo, que deciden su destino con tanta dureza y crueldad, no son más que pobres seres humanos desconectados de sí mismos, llenos de miedos y de limitaciones y con unas perspectivas muy limitadas. Que lo que han hecho es consecuencia de su propio dolor y de sus sentimientos de limitación y separación y están presos de una tremenda infelicidad. Si todos estamos conectados, si somos todos uno, puedo percibir que en realidad ellos representan la parte enferma de una sociedad que somos todos.

Querida niña que cumpliste tu destino, sé que hoy estás con todos los padres y madres que nos han precedido, que ya no sientes miedo ni dolor, que estás viva en otra dimensión, que acabaron tus sufrimientos. Me gusta imaginarte con una flor en la mano y una sonrisa en el rostro, me gusta sentir que nos miras y nos das fuerza y alegría para seguir viviendo y disfrutando de tantos y tantos niños como tú.


Y con ésta imagen me quedo. Que sigas feliz allá donde estés.

Almu Fuentes







viernes, 4 de octubre de 2013

Cuando acepto... me abro a lo nuevo



Me encanta el otoño... una vez que se me pasa la morriña del verano, que comienzo a guardar la ropa más fresca, que acepto volver a ponerme calcetines, que el moreno que me da luz va desapareciendo... cuando acepto, entonces me abro al otoño y sin resistencia alguna, soy capaz de mirar asombrada el color de las hojas de los árboles, las aceras llenas de hojas que crujen en un sonido conocido. Me encanta el otoño, me encanta su gama de colores, la lluvia y la belleza del paisaje.

Cuando acepto, me abro a lo nuevo y vuelvo al vivero a por flores, naranjas, marrones y moradas. Cuánta felicidad me aportan! Me pongo una chaqueta y un pañuelo al cuello y sin resistencia me mimetizo con el paisaje y a seguir viviendo, confiando en que no tengo que hacer nada más que disfrutar, aceptar sin esfuerzo. Y si el otoño me trae algún momento melancólico, entonces también lo acepto, no huyo, me meto sin miedo y respiro sabiendo que también es bueno para mi.

La madre tierra nos trae paisajes diferentes para sorprendernos, para que no nos aburramos, para que cambiemos el calzado, la ropa, la mente y el corazón y agradecerlo es estar conectada con ella. Salir cada día a conquistar el silencio interior, dormir en paz dejando aquello que nos ha preocupado atrás, confiar en la sabiduría que nos guía, nos llena de luz.

He cambiado el mojito por un té, pero lo mejor, es que me adapto, acepto, confío y eso hoy me llena de calma para seguir caminando.

Feliz otoño, dar paseos, comprar flores, recoger hojas y mirar con ojos nuevos lo que acontece es mi mejor equipaje.

Almu Fuentes